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Abstract
"La caballería castellana es un invento de Alfonso X el Sabio" (p. XI). A partir de esta contundente afirmación, el autor intenta demostrar que esta invención y toda la parafernalia que la rodea eran un proyecto coherente que respondía a una estrategia o "sistema de comportamiento de resonancias éticas, políticas y culturales" (p. XXI) para someter a la nobleza teologal o de sangre al control de la monarquía. Esta política monárquica tuvo fuerza de ley y quedó plasmada, en una primera instancia, en el título XXI de la Segunda Partida, y refrendada en otros lugares del mismo texto. Si Alfonso X fue el "catalizador" de la difusión de una idea sobre la caballería por la que los nobles "debían quedar como hermoseamiento de la corte" (p. XXXI), Alfonso XI revitalizó la postura de su predecesor y acentuó su proyecto monárquico creando la Orden de la Banda y divulgando el Ordenamiento de Alcalá (1348), por el que se hacían efectivas las disposiciones del Sabio. El debate sobre la caballería se mantuvo con fuerza entre los siglos XIV y primera mitad del XVI, conviviendo y adaptándose a las transformaciones de la monarquía Trastámara. Se centró en tres discursos: a) la caballería noble, teologal o alta nobleza, a la que se propone renovar a través de la virtud; b) la caballería no noble, nobleza civil o política, definida por sus actos (como la Cofradía de Santiago) y c) el discurso anticaballeresco, del que fue paradigma el Tratado de las Tres Razones de don Juan Manuel. Si desea consultar la versión electrónica de este trabajo, pulse aquí.Date
2006Type
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