Abstract
Resumen La influencia de Hipócrates como padre de la medicina es patente, sobre todo a través del “Juramento hipocrático” que ha iluminado el ejercicio de la profesión desde hace 25 siglos. Las versiones modernas de estos postulados constituyen el marco ético y deontológico de esta ciencia, que también es arte. La bioética surge para enriquecer esa práctica, también cuando la investigación científica utiliza seres humanos, y propone la dignificación de la persona y el respeto a los derechos humanos universales. Ante la aceleración del desarrollo técnico y científico, es imprescindible reforzar la reflexión ética con el fin de que la ciencia permanezca al servicio del hombre y no en detrimento suyo. De ahí la necesidad de un “Juramento del bioeticista”.Date
2017-12-01Type
journal articleIdentifier
oai:scielo:S0123-31222017000200275http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-31222017000200275